Hace unas semanas desperté con una idea en mi cabeza: ¿cómo iba a cambiar el mundo jurídico después de la epidemia? Porque situaciones como la que estamos viviendo, no sólo traen cambios sociales o económicos, cambian nuestra percepción de la vida, hacen que nos cambie la información del "chip".
Fue tan grande mi sobre salto, que corrí a tomar mi celular y enviar un mensaje en el grupo de WhatsApp de mis alumnos de posgrado. Les pedí actualizarse, checar las reformas, seguir las indicaciones del Tribunal, no desesperarse por la falta de trabajo, pero principalmente prepararse para lo que venía: "una nueva era tecnológica en el mundo jurídico".
Se leían por todos lados noticias sobre la epidemia, la suspensión de labores, las clases mediante video llamada. Anunció la SEP materiales en línea y dijeron algunos padres que no había los recursos suficientes para tener internet y computadora. Entonces se optó dejar los materiales en las escuelas a su disposición y dijeron que no podían arriesgarse a salir por ellos, se les ofreció llevárselos a domicilio y aún así, muchos pusieron "peros", ¡reflexionar sobre ello se los dejo de tarea!, porque muchos mostraron mucha fortaleza en formarse por las pizzas el día del niño y en conseguir cerveza cuando casi no había.
No quiero ser insensible y entiendo que hay muchas personas lastimadas económicamente, sin embargo, a los que tenemos algo más en las manos, nos toca avanzar para poder jalar, aunque lamentablemente no podamos hacerlo al mismo tiempo.
En ese proceso de adaptación, opté por buscar mis archivos de la "firma electrónica" que anunció el Tribunal hace años, que pocos tramitamos y que a mi parecer, era desilusionante, porque los servicios eran muy limitados. El trámite era sencillo, pero poco práctico para ese momento.
Es importante ver que la epidemia también sacudió al Tribunal, no sólo a las personas o a nosotros como abogados, les hizo tener la necesidad de usar lo que ya tenían y no querían soltar, también por resistencia de muchos, imagino.
Bueno, resultó que mis archivos de firma electrónica, estaban por caducar. "Revoqué la firma" e hice mi trámite de nuevo, muy sencillo:
Cédula (para abogados) o INE para interesados.
Comprobante de domicilio.
CURP
*Todo en formato PDF.
*Hay aplicaciones como CamScanner que son gratuitas y ocupas la cámara del celular o puedes pasarlo a word y exportar como PDF o hay convertidores en línea.
Medio trámite en línea y medio en "telepresencia" como ellos le llaman, es decir, video llamada para los que usamos el Zoom y ese tipo de plataformas. Sólo verifican tus datos y de manera remota generas el archivo que te falta. Al final debes tener tres archivos en total: dos cuando haces la solicitud: .req (una solicitud gestionada por generador) .key (se lee "qui", que es la "llave" de acceso) y el .cer cuando haces la telepresencia (que es el archivo de autenticación o personalización de datos). Se llena un formulario sencillo al iniciar el trámite y uno previo a la video llamada para identificarte.
Para nuestros clientes, es decir, los "interesados" o partes en el proceso o procedimiento, es igual, sólo cambia el documento de identificación: en lugar de cédula, su INE o identificación oficial en términos de lo que dispone el Código Civil del Estado de México.
Solicité durante la epidemia el curso de capacitación del Tribunal para el uso e la plataforma, es importante capacitarse y actualizarse todo el tiempo, no debemos negarnos al sentimiento de ser ignorantes, ser ignorante es bueno y corregirlo es mucho mejor, ¡aunque el conocimiento siempre da más sed!
Supuestamente sería una semana después, pero me llevé la grata sorpresa que fue el mismo día. La persona del tribunal, explicó perfectamente el uso de la plataforma, en mi caso tomaba notas y grababa algunas cosas, -el tutorial en línea está desde hace más de dos años-. Muchos que reniegan al día de hoy, estoy aseguro que ni siquiera lo han visto, visto completo o intentado ponerlo en práctica.
Me gustó la explicación, aunque la persona que nos capacitó fue poco cordial, pero bueno, se trataba sólo de instruirnos. Aunque no nos hubiera venido mal una sonrisa o un ¡anímense a utilizarlo! o un ¡sin miedo al éxito!
En el curso estaban algunos abogados que conozco y mi profesor de derecho de la preparatoria. Al final, en el apartado de preguntas, muchas de ellas eran más en referencia al uso de la tecnología que de la plataforma... Preguntaron insistentemente: ¿como adjunto un archivo? ¿cómo escanear un documento? ¿cómo cortar y pegar el texto de mi archivo de word? ¿cómo convierto un word a pdf?
Sentí un poco la molestia de la capacitadora, no es justificable, pero esas preguntas corresponden al uso de habilidades que a nivel licenciatura ya se debieron haber trabajado, o bien insisto, tomar un curso de conocimientos básicos de computación si es tu hacer diario como profesionista.
Mi impresión es que la gente teme tanto a la tecnología que se paraliza, tiene más miedo de dar click al botón, que revisar el contenido de lo que promueve y créanme que muchas veces promovemos ¡cada cosa!, me incluyo en ello.
Finalmente estructuré un escrito que contuviera lo que consideré necesario para promover en línea en todos mis asuntos, sumado a que mis clientes ya tenían firma y para ese momento el semáforo estaba en rojo. Les comento: a mis clientes más reticentes para la tecnología, con las precauciones que la situación a merita, les acompañé en su video llamada.
¿Qué contenía mi primer escrito?, les comparto:
Aclaro que al día de hoy y con base en las experiencias del Tribunal Electrónico y circunstancias del asunto, lo he ido modificando.
Me tope con el primer criterio de un juzgador: solicité acceso a Tribunal electrónico, cambié medios de contacto para notificación personal, señalando el correo institucional y que se instara a la parte contraria para que tramitara su firma electrónica. Acordaron favorable, pero curiosamente ordenaron que la notificación se hiciera por "mensajería privada a costa de la solicitante"... ¡así como lo leen!, de inmediato volví a promover señalando teléfono fijo de la persona, de su celular, correo electrónico, etcétera. La respuesta fue favorable y al tramitar la firma la persona contraria, pudimos durante la epidemia continuar el asunto.
Al regreso de las actividades, nos encontramos con muchos criterios distintos, no han unificado un protocolo de respuesta: algunos me acordaron audiencias para diciembre, otros se negaron, otros autorizaron oficios y recordé que debía solicitar que se enviaran por conductos legales electrónicos, etcétera. Les podría platicar infinidad de situaciones y como lo dije, no tengo todas respuestas, pero tengo todas las ganas de que esto salga bien y no quiero detenerme, ni voy a ir, salvo caso urgente a los juzgados, es lo que nos pidieron las autoridades, es lo que debemos de hacer y piensen en algo importante, para nosotros postulantes, es más rentable nuestro servicio así: nos ahorramos gasolina, casetas, estacionamientos, la boleada de zapatos, la tintorería, el almuerzo informal que a veces nos sale más caro que la comida diaria y no ayuda en nuestra salud.
Finalmente, observo en redes sociales del Tribunal y de mis contactos, como muchos se quejan de cosas superables como una video llamada o que si primero se permitió que el cliente firmara la promoción antes de escanear y que ahora también quieren su firma electrónica, ¡vaya!, cuesta más caro arriesgarse y trasladarse, que con las precauciones, sino tenemos los medios, ir a un cyber café cercano a tu casa donde puedas adoptar mejores medidas de higiene que en un lugar tan concurrido como tribunales.
Incluso escuché de compañeros que decían que las citas para la firma están muy alejadas, que ya habían ido hasta al módulo del SAT y no había citas, sino hasta dentro de dos meses... ¡El que entendió entendió, porque este chiste se cuenta solo!
Ofrecí mi ayuda a personas que conozco y creo que no fue bien recibida, sin embargo, sí tuve llamadas y mensajes de otras personas pidiendo apoyo y eso no es malo, insisto, no somos vulnerables por desconocer algo que nadie nos ha enseñado, somos vulnerables cuando identificamos el desconocimiento y lo alimentamos de miedo o frustración y lo externamos con excusas o molestias.
En lo profesional y personal, no me ha costado trabajo adaptarme, por lo menos lo he intentado. No es miel sobre hojuelas, también hay resistencia por parte del personal de juzgados. Hay quienes me han negado en primera instancia el acceso a Tribunal Electrónico sino comparece uno personalmente a identificarse, pero nada que no pueda superarse con un reporte o una llamada a dirección de juzgados... hay acuerdos ilegibles, promociones que tardan demás en acodar, oficios que no aparecen en el sistema, etcétera, insisto, ¡todo superable!.
Les invito a no tener miedo, a que nos sumemos, a que pidamos ayuda, a que nos capacitemos. Las personas que comparten en redes sus peripecias para ir a dejar un escrito a juzgados o checar un acuerdo, a mi parecer no se ven como héroes, ¡lo siento! Por el contrario, están aceptando el retroceso o por lo menos el estancamiento a una nueva era tecnológica.
¡EL DOLOR NO ESTÁ EN EL CAMBIO, SINO EN LA RESISTENCIA A ÉSTE!
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Es un gran reto adaptarse a la tecnología, pero indudablemente es una necesidad.